domingo, 10 de mayo de 2009

Entrevista a Antonio Sánchez sobre Watchmen

"El problema del superhéroe enmascarado es si el fin que se propone -limpiar la sociedad- justifica cualquier tipo de medio"

Antonio Sánchez es estudiante de Filosofia Pura en la Universidad Complutense de Madrid y de Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Es fan del cómic Watchmen, escrito por Alan Moore y dibujado por Dave Gibbons, que recientemente adaptó al cine Zack Snyder. Conoce bien los diálogos, casi de memoria y considera el tebeo una obra de arte.

De forma general ¿qué te pareció la película?
A mi me agradó. Yo creo que en esta película se da un fenómeno curioso y es que a la gente que había leído el cómic le gustó más que a la gente que no. La película es un poco inconexa a veces. Algunas escenas no sabes de dónde vienen o qué relación tienen, muchos personajes, muy complejos, caracterizados en poco tiempo. La gente que ha leído el cómic llega con una base de cada personaje, una base que no le tienen que mostrar en la película. Las personas que no han leído el cómic, tengo la impresión de que no se enteraban. Tú lo ves con todo el relleno del cómic, lo que a los demás les pudiera parecer vacío, a ti te parece que está lleno. Además se nota que Zack Snyder (en inglés) ha querido complacer a los lectores del cómic, ha hecho una película para que los lectores del cómic vean cada escena, cada detallito. Y sigue haciéndolo porque va a sacar una edición de tres horas y media ¡tú veras! Ese esfuerzo se valora.

Quizá hay escenas que son demasiado impactantes para el público ortodoxo.
Mucha gente lo critica. El exceso de épica. Los personajes en el cómic pretendían representar a personas humanas y problemas humanos. En la película van más allá y lo que eran problemas humanos en el cómic se convierten en problemas casi existenciales, que los postran ante el fin del mundo, un fin del mundo constante. No están enfrentándose a problemas cotidianos. Te encuentras con eso, con el exceso de épica algunas veces. El final con Mozart ¡Claro! Mozart queda bien, le gusta a todo el mundo, o al menos a mí me gusta, pero eso hace que esté un poco vacía la película. El exceso de épica te da un director frío, que no sabe hacer un guión bueno o usar bien las imágenes, se dedica a meter escenas que queden épicas, a cámara lenta, con una música muy preparada, con sonidos de lentitud. Todo para meterte más en la película. Es un recurso un poco vacío.

Los problemas del Búho Nocturno se parecen más a los nuestros.
El Búho Nocturno si aparece más en esta órbita de mantener un poco ese estatus de mediocridad que apunta el cómic. Este es un caso importante a analizar porque en el cómic se ve muy bien cómo se realiza, cómo cambia, y en la película, para el que no ha leído el cómic, eso queda un poco vacío. El Búho Nocturno es un personaje que es impotente hasta que no se encuentra en su ser, que es con el traje.

Es como si a Batman le quitas los únicos superpoderes que tiene, que es ser un sex symbol.
Sería como si a Batman le quitas lo de ser un superhéroe y de repente pasan veinte años y se encuentra sin saber qué hacer… es una metáfora de su verdadera impotencia, que es mental. Ver cómo uno, hasta que no se encuentra en su ser, no se realiza.

Es el personaje con el que mejor se puede empatizar.
Es el más humano. Yo me sentiría como el Búho nocturno: no se dónde estoy realmente, acompaño a Rorschach que está medio loco, le pego a Veidt para no sentirme tan culpable por permitir que acabe destruyendo Nuevo York. Es uno de los personajes más mediocres y al fin y al cabo, el más humano.

De ese exceso de épica podrían salvarse los títulos de crédito, ahí cunde bastante.
Los títulos de crédito son maravillosos, los mejores títulos de crédito que yo haya visto en los últimos años. No recuerdo otra maravilla igual, son geniales. En tres minutos tienes un vistazo de toda la época. Es algo muy complicado para el lector español o para el que ve la película en España. El americano ha vivido la Guerra Fría, su final, ha vivido a Nixon y saben quién es. Aquí hay gente que ya le resulta raro Felipe González. Dentro de mi generación les hablas de Felipe González y… saben que era socialista, pero no saben más. Entonces, cómo le vas a pedir a alguien -se lo debes de pedir, pero no es lo habitual- que sepan quien es Richard Nixon ¿Quién era demócrata y quién era republicano? De hecho ese contexto de republicano y demócrata aquí en España no existe. Aquí demócratas son todos; pero no, realmente republicanos serían más de derechas, es básico allí. El conflicto de los misiles, cómo Europa fue el teatro de operaciones invisibles… aquí eso no nos llega tanto. Todo eso se intenta paliar con los títulos de crédito iniciales. Incluso a los estadounidenses muy ignorantes, también les viene bien.


A raíz de la guerra de Vietnam y los movimientos civiles, se ve cómo los ciudadanos se revelan contra esa concepción, que tienen al principio, de los superhéroes como si fueran dioses y luego los consideran peor que demonios.
Ese es el problema básico de Watchmen, si el fin justifica los medios. El problema del superhéroe enmascarado es si el fin que se propone -limpiar la sociedad- justifica cualquier tipo de medio. Su representante máximo sería el Comediante. El cómic te va mostrando cómo cada personaje va afrontando este problema. Destruir algo para salvar otra cosa, considerando que ese fin va a justificar cualquier medio posible, que en este caso es destruir Nueva York. Para el Comediante cualquier manera es buena para mantener a la población en su sitio.

¿Otros personajes que se plantean si el fin justifica los medios?
El personaje de Rorschach, cuando va a conseguir información a los bajos fondos y le rompe los dedos a alguien. En cambio el Búho Nocturno y Espectro de Seda lo ven mal, son personas más normales. Los otros no. Rorschach tiene que torturar para conseguir lo que quiere. El Comediante sería “prácticamente un nazi”, citando a Veidt. También, justo donde está el Comediante, está Adrian Veidt. Lo que pasa es que por un lado el Comediante es prácticamente la extrema derecha y Veidt está por el lado de la extrema izquierda. Esto es muy curioso; por un lado tienes al Comediante, que es el americano extremo y por otro, al intelectual extremo, al “hombre más inteligente del mundo”, que al final recurre a los mismos métodos que el Comediante. Es una crítica que se les ha hecho mucho -en la época en la que se escribe Watchmen- a los intelectuales de izquierdas. Su desconfianza en los medios democráticos. Por eso se dice que los extremos se tocan. Adrian Veidt utiliza cualquier medio para conseguir su utopía.

Adrian Veidt, bajo la idea de que el fin justifica los medios, busca salvar el mundo. El Comediante, sigue esa pauta, pero no le interesa salvar el mundo.
A él lo que le interesa es salvar la “América”. Es decir, Adrian Veidt quiere salvar el mundo, pero el Comediante lo que quiere es salvar “su América”, que para él es lo que representa la libertad, la igualdad… Alguien le pregunta: “¿El sueño americano, dónde está?” y el Comediante contesta: “Se ha cumplido”. No sabes si se ha cumplido porque él está ejerciendo su libertad. Es decir, él está pegando tiros y haciendo lo que quiere hacer en nombre del gobierno, porque además el gobierno ampara al Comediante, siendo el único héroe al que mantienen en activo. El Comediante lo que quiere es salvar los Estados Unidos, o al menos una imagen que tiene de él.

¿Quizá los valores primigenios de Estados Unidos?
Si, los valores que se crearon. Es curioso, porque el valor fundamental es ser fiel al inmigrante, Estados unidos se creó gracias a la inmigración. Entonces ya no sabes qué es lo que quiere este señor, que es un poco lo que le pasa a la derecha actualmente, que no saben lo que quieren. Un nazi verdadero, de la Alemania aria, jamás toleraría que hubiera nazis norteamericanos. No tiene sentido un régimen como el de Estados Unidos, la gente que se ha criado allí está ya corrompida de por si.

Rorschach también defiende los valores tradicionales.
A Rorschach le pasa lo mismo. Por ejemplo, cuando va caminando por la calle apuntando en su diario y dice: “me ofrecieron amor griego y amor francés, pero no amor americano. El amor americano es como las botellas de cristal verde de Coca-Cola, ya no se fabrican". Ese es el mensaje de Rorschach. Se ha permitido la corrupción de los valores, el ser humano se ha desarraigado de los valores fundamentales y ahora puede haber prostitutas por la calle. Los políticos corruptos… Él lo ve todo corrupto. Quiere recuperar la pureza…

¿Una especie de moral superior?
Si, una especie de moral, que él ve… no se si en los felices años veinte, que es cuando se gesta la idea del Estado de Bienestar. Su madre era prostituta también, Rorschach es una reacción a su pasado. Él quiere limpiar todo lo que le destrozó su infancia: los gamberros que querían apagar un cigarrillo en su piel, que le querían pegar, insultaban a su madre, que era la encarnación de la impureza. Él quiere limpiar todo lo que manchó su pasado.

Sería como buscar una hipotética Edad de Oro.
Una Edad de Oro que realmente nunca ha existido, pero que uno aspira a ella. Rorschach quiere recuperar esa y Adrian Veidt quiere recuperar otra. Cada uno busca una Edad de Oro. El Comediante, Rorschach y Veidt. Los demás no. Están al margen de eso. Pero ellos tres si. También lo encarna la primera Espectro de Seda, la madre, que está cansada, que vivió una especie de Edad de Oro, de voluptuosidad, algo que desapareció. Una edad que coincidía con el plan Marshall, es decir, cuando Estados Unidos estaba en su auge, en la cima del mundo, después de haber ganado la Segunda Guerra Mundial y ser los “salvadores” a ojos del mundo.

Un poco en contraposición con el régimen soviético y esa dualidad en la que se dividió el mundo.
Si, de hecho hay una parte, cuando el primer Búho Nocturno está contando cómo se convierte en un héroe enmascarado, en la que dice: “fuimos vistos como gente de extrema derecha, se nos tachó a todos de nazis incluso” Porque estaban reproduciendo todo lo necesario para no convertirse jamás en un régimen socialista. Una de las misiones del Comediante era derrotar regímenes socialistas en el pacífico. El objetivo fundamental era retener cualquier movimiento de izquierdas. Es lo que más asco le da a Rorschach, por ejemplo, cuando este critica al psicólogo de la cárcel: “tiene usted sensibilidad liberal, es usted gordo” Le repelía cualquier conexión con el Marxismo. Para ellos cualquier forma de socialismo era un ataque directo a la forma de vida neoliberal.




Trailer en español de Watchmen (vídeo: 2:20)




También buscaban inculcar esa forma de vida a futuras generaciones, como ocurre con la segunda Espectro de Seda. La madre quiere que sea como ella, pero su hija se revela.
Pero no es ella la que se revela, lo interesante ahí es que el mundo ya no permite que sea como su madre. De eso se da cuenta el Comediante al decir que están obsoletos frente al Dr. Manhattan. Cuando la primera Espectro de Seda estaba en activo no estaba el Dr. Manhattan. Le pide a su hija que sea como ella en un mundo que ya ha cambiado, en donde los valores se han corrompido tanto que una sola persona no puede hacer nada. Entonces, tienen ahí ese icono, que es el Dr. Manhattan, el que realmente tiene el poder.

El Dr. Manhattan es una imagen que eclipsa a todos los demás personajes, y es curioso porque se supone que él es inmortal y puede ver el pasado, el presente y el futuro al mismo tiempo, lo que le hace determinar que el destino ya está escrito.
Claro, él no tiene un fin que justifique los medios. Él vive fuera de los medios, lo que quiere lo aprende de manera inmediata. El verdadero mensaje del Dr. Manhattan viene dado por ver cómo la gente se enfrentaría a la existencia de un verdadero superhéroe, un verdadero dios. Eso ayuda a deconstruir la imagen de todos los demás héroes. El Dr. Manhattan siempre tiene los fines presentes, él está viendo y conoce porqué sufre alguien, aunque ese alguien no lo sepa.

Es un personaje curioso, cuanto menos.
A mi me parece un personaje realmente complejo. Es mi personaje favorito. Lo que se ve muy bien es algo que ya había retratado Borges en su cuento El Inmortal, que es… qué ocurre si alguien es inmortal. En Watchmen se ve como se va alejando de la realidad. Es decir, si tú eres inmortal ¿qué haces? Al final te diluyes en esa inmortalidad, que es lo que le pasa al Dr. Manhattan. Se ve muy bien en la escena en la que el Comediante le pega un tiro a una mujer en Vietnam, y le dice al Dr. Manhattan: “Podrías haber parado la bala, haber convertido la pistola en copos de nieve o en mercurio… pero no lo has hecho. Así que no me eches la culpa, porque tan culpable soy yo como tú, que no lo has impedido”. Eso se ve muy bien, cómo se va alejando de la realidad y se ve también en El Inmortal, el cuento de Borges, en el que los inmortales construyen edificios mezclando todas las culturas existentes, escaleras que suben y bajan, unas más altas que otras, todo mezclado… que es algo que le pasa al Dr. Manhattan cuando se queda quieto a mirar los mecanismos de un reloj. Te pueden tirar a un pozo y no te molestas en intentar salir, te puedes tirar ochenta años mirando hacia arriba, y son ochenta años como si son un millón. ¿Qué más da siendo inmortal?

Sin embargo, al final Espectro de Seda acaba convenciéndole para que vuelva a la realidad.
Si, de una manera un tanto brusca, el Dr. Manhattan entiende que la existencia humana tiene sentido. En un comienzo no le importa la gente, el universo es tan grande… Hay una escena cuando esta con Espectro de Seda en Marte, en la que ella le dice: “los misiles podrían estar volando ahora mismo y la Tierra desapareciendo” y él contesta algo así: “el universo ni pestañearía”. Ahí se ve el grado de distanciamiento, pero dos páginas después, en cambio ella le convence. En algún momento él dice que quiere ver “como se transforma el oxígeno en oro”. Es un fenómeno rarísimo, ocurre una vez cada cien mil años, en el lugar más remoto del universo, pero ocurre. Entonces comprende que el hecho de que ella aparezca en la Tierra es como que el oxígeno se transforme en oro. La metáfora es preciosa. Es ahí cuando ve lo interesante de la vida humana. Como el autor romántico, sólo que en vez de irse a una cabaña, se va a Marte. Es un poco reproducir esa imagen, de persona hastiada, que no comprende, o que lo comprende todo demasiado bien, porque una vez más los extremos se tocan. De hecho encuentra el placer de la incertidumbre, dice: “he recuperado el placer del no saber”.




En la película, Veidt engaña al Dr. Manhattan para conseguir su objetivo de acabar con todas las guerras ¿Crees en la posibilidad de que, al sentirse amenazada por fuerzas superiores, la humanidad deje a un lado sus rencillas y decida hermanarse y vivir tiempos de paz?
Lo mejor que se puede hacer es citar al Dr. Manhattan. Antes de irse ya para siempre de la Tierra, o eso dice, habla con Veidt y este le comenta: “bueno lo he conseguido, he terminado con la guerra” y el Dr. Manhattan le contesta: “nada acaba jamás, Adrian, nada acaba” y entonces desaparece. Y Veidt se queda mirando la pared, con rostro turbado, como con duda. ¿Se podría conseguir algo? No se, ha habido muchos ataques de falsa bandera y normalmente ha sido para justificar otra cosa. Si es cierto que, ya no sólo en Watchmen, sino en muchos libros, la raza humana, ante una amenaza exterior –que en este caso es el Dr. Manhattan en la película y en el cómic es una especie de extraterrestre inventado- se cuenta cómo la humanidad intenta aunarse. Se disuelven todos los bloques, se tira el Muro de Berlín, lo que haga falta y nos unimos todos contra la amenaza. ¿Cuánto tiempo se puede mantener eso? Habría que inventarse otra amenaza de nuevo.

Al final, el diario de Rorschach llega a los medios y se supone que se va a saber la verdad.
No se si el mensaje es que la verdad siempre se sabe o que toda utopía tiene que caer, todo régimen totalitario. Porque totalitario no es que dirija una sola persona. Totalitario es que la verdad está oculta. Entonces puede significar eso, que esa utopía es un régimen totalitario y que la gente es feliz con una verdad inauténtica. Yo creo que caería el régimen. ¿Mantener la utopía de Veidt? Yo la verdad es que estaba de acuerdo, si tú te pones en el contexto de los años ochenta, el cómic dice algo importante y es que si sacrificas Nueva York, te puedes meter en políticas de desarme. Pero si justificas algo para un contexto determinado, tienes que justificar todo. Es muy peligroso hacer eso. Entonces estarías justificando a los nazis. Tal vez hay cosas que nunca tendrían justificación.

Todo depende de si lo ves desde la retrospectiva de aquellos años.
Aun así, el problema de ver todo en su contexto es que no hay nada universal ni inmutable, que todo es relativo y si todo es relativo… tienes que aceptar a los nazis… y eso es un problema.

¿Qué opinión te merece la inclusión de los Relatos del Navío Negro en la versión que está por salir en DVD de Watchmen?
A mi me parecían muy complejos. El problema de la Guerra Fría llevado a una metáfora que se te escapa de las manos.

¿Una metáfora o metalenguaje del cómic?
El autor ataca muchas cosas. Quería meter un cómic dentro de un cómic. Lo hace de una manera soberbia, haciendo una alegoría y una metáfora del problema de la Guerra Fría. Para hacerlo se inventa una historia muy complicada, como salida del averno, infernal.

¿Hasta qué punto puede introducirse eso en la película?
Creo que va a ralentizar la película, si no se hace muy bien va a quedar descontextualizado. Tendrán que introducir al quiosquero y al lector de cómic para contextualizarlo. Es un producto completamente para fans del cómic. Yo lo dejaría a parte, como un complemento, como un corto de animación muy bien hecho, no introduciéndolo en la película. Yo me veo pasando eso con el mando.





David Mora.

sábado, 2 de mayo de 2009

Marvel nos presenta la primera de sus precuelas

Garras y sables para público preadolescente

Es un día curioso, curioso en tanto que siendo jueves, se estrenan las películas de la semana. No en vano, el día que sigue es el dedicado al trabajador, al descanso del trabajador. Como sea, es el día elegido por la distribuidora 20th Century Fox para el estreno de una de las películas de ciencia ficción más esperadas de la temporada: X-Men Orígenes: Lobezno. Se trata del primero de los muchos spin-off que vendrán sobre la saga de comic de Marvel basados en la Patrulla X.


Para ver bien a Hugh Jackman (en inglés), hombre más sexy según la revista People, con sus seductoras arrugas debajo de los ojos y su infinita sonrisa, y disfrutar de las explosiones y puñetazos (y zarpazos) que me esperan, decido buscar un cine con la pantalla bien grande. Me entero de que en Kinepolis Madrid, la sala 25 se dispone a estrenar la película en cuestión y no lo pienso más, reservo por Internet y busco la mejor manera de llegar allí.

El transporte público que más cerca me deja es la parada de Metro Ligero de Ciudad del Cine, que está a pocos metros de la puerta principal. Tanto mejor, puesto que el día es lluvioso y antes de que se inaugurara esta especie de tranvía con su propio carril específico, el viaje en trasporte público dependía exclusivamente del autobús 572 que salía de Aluche y llegaba hasta Ciudad de la Imagen.

A esta hora de la tarde, 17:00, no es momento para palomitas, pero pensando en otros pases que den pie a su compra, me intereso en tomar algunas notas. Está claro que sirven para acompañar la película, ya que este tipo de productos se prestan más a esa clase de espectáculo, en donde centrar, de vez en cuando, la atención a las palomitas, evita aburrirse en los momentos en los que baja la acción. El precio está entre tres y cuatro euros dependiendo del tamaño que se elija, pequeño, mediado, grande y cubo. El refresco está en tres euros los cincuenta mililitros. La entrada de cine ya es de por si bastante cara, ocho euros, pero si además la acompañan con estos refrigerios, la cosa se pone por las nubes. Siempre cabe la posibilidad de ahorrase algo eligiendo un menú, que te obliga a coger el tamaño más grande de palomitas y refresco por 6.90 euros o 7.60 si lo prefieres con nachos en vez de palomitas (regados con una horrible salsa de queso que no quisiera probar, siquiera oler). El ahorro es de unos diez céntimos, toda una oferta.


Entro en la sala 25 de Kinepolis, con la pantalla más grande que haya visto en vida, exceptuando quizá el IMAX. 25 metros de largo y diez de altura, que hacen posible que las 990 butacas de las que costa la sala, estén dispuestas para poder ver de forma óptima la película. No en vano son, por lo menos, cincuenta metros los que separan la pantalla de la pared posterior de la sala.

De cualquier forma, yo esperaba ver rebosante aquella enorme estancia. Pero me doy cuenta de que faltan diez minutos para que empiece el pase y somos unas cuarenta personas las allí reunidas. Tenía la esperanza de ver a cientos de fans, que no pudiendo aguantar a horas más vespertinas, decidieran dejarse caer al primer pase, en la mayor sala de cine de Madrid. Todo lo contrario, la mayor parte de las personas que han venido son parejas, pequeños grupos de amigos de no más de tres o cuatro, y eso si: un curioso grupo de unos ocho niños que rondarían los diez años (considerando que la película no está recomendada para menores de dieciocho años) acompañados por una mujer, que intenta por todos los medios apaciguarlos y procurar que tomen asiento. Se les ve emocionados, son el público objetivo de este tipo de películas, si bien la recomendación supera con mucho su edad.

Terminando de enfocar la pantalla y encuadrando el proyector Dolby Digital Cinema, se nos ofrece un reportaje sobre la tecnología que posee la sala, y de la cual nos vamos a beneficiar al haber pagado un euro más por la entrada respecto a los pases normales. Al usar un proyector digital, no hace falta la película de celuloide, que previamente se ha digitalizado y guardado en un disco duro. Esto permite que su reproducción no deteriore la imagen, como ocurre al proyectar una película convencional una y otra vez. Esto hace que la única vez que se puede ver la película en condiciones óptimas, es el día del estreno. Cosa que me hace pensar si de verdad merece entonces la pena venir el día del estreno a esta sala, si la ventaja es poder ver la copia indefinidas veces sin peder calidad, en éste primer pase no estará tan estropeada en la otra sala donde se proyectaba sin la tecnología digital. Pero bueno, me conformo pudiéndola ver en la pantalla más grande, ríase el Cinemascope.


Atención, contiene Spoilers.

Lobezno, ese tipo duro con sendas patillas, se nos presenta en su niñez; cómo pierde a su padre (todo héroe debe ver muertos a sus progenitores, o bien, tener un desdén excepcional hacía ellos) y el inicio de una vida nómada con su hermano, Dientes de Sable, interpretado por Liev Schreiber. Lo mejor de la película, prácticamente lo único potable, son los títulos de crédito, que nos resumen en pocos minutos su andadura por las principales guerras que han azotado el mundo en los últimos siglos. A saber; la Guerra de Secesión, la 1ª Guerra Mundial, la 2ª Guerra Mundial, la Guerra de Vietnam. Un inicio que engancha, pero que a medida que sigue la película te va dejando frío.

Tras desertar de un grupo de élite compuesto por mutantes y dirigido por William Stryker, interpretado por Danny Huston, y después de que acabe su idílico amorío con Kayla Silverfox, a la que da vida la actriz Lynn Collins, no dejan de sucederse pantallas de videojuego, cada vez más complicadas, con Lobezno recibiendo golpes a diestro y siniestro. En un momento dado, Dientes de Sable, su archienemigo, aunque no su antagonista, le propina tamaña paliza que parece que el bueno de Logan no va a conseguir levantarse. El grupo de niños del que hablé antes, sentados una fila por detrás de donde yo me encuentro, salta en sus asientos preocupado por el héroe. Uno de ellos, recordando bien las otras películas de la saga de donde deriva esta, convence a sus compañeros para que dejen de preocuparse: “¡Qué Lobezno está en X-Men, no le pasa nada!”.

Quizá ese sea uno de los problemas de los spin-off con la premisa de contar los orígenes de personajes de los cuales ya sabemos su historia, que pase lo que le pase, al final todo tiene que revertir en la situación que ya se enunció en películas anteriores. Se pierde ese grado de incertidumbre, que honestamente, tratándose de un héroe de este calibre, quizá no hubiera hecho falta plantearse su futuro, ya escrito en las anteriores películas de X-Men, para saber que no le iba a ocurrir nada; pero en cualquier caso se pierde algo de emoción.

Trailer es español de X-Men Orígenes: Lobezno (Video: 2:18)



Sobre los efectos especiales, cabe destacar que son espectaculares y dignos de la una superproducción, pero en algún momento me dio la sensación de estar presenciando fallos, o por lo menos dejadez. Se nota que algunos efectos son en verdad efectos, perdiendo todo su propósito, algo que a estas alturas debemos considerar imperdonable. Hablo de algunos momentos tales como cuando Lobezno se mira sus nuevas “garras” de Adamantium (Ese metal maravillo e irrompible) frente al espejo del cuarto de baño de unos buenos samaritanos, que le acogen (desnudo, dicho sea de paso) en su casa. Claramente infográficas, parecen más de plástico que de otra cosa. Asimismo, en la persecución de la moto y el helicóptero, los primeros planos de Hugh conduciendo como un poseso, parecen sacados de contexto respecto al fondo, que pasa muy rápido con explosiones e impactos de bala por doquier.

Después de un largo proceso, en apariencia innecesario, de desenmascaramiento de las teorías conspirativas ocultas que pretenden crear un mutante definitivo, el arma final, fruto de la unión de diversos poderes mutantes, ajeno a toda voluntad y controlado de forma remota, Lobezno debe enfrentarse a Masacre. Esta “pantalla final” es una secuencia a base de golpes y rayos, que si bien debería hacernos saltar en algún momento con alguna imposible pirueta o giro de los acontecimientos, nos deja más bien impávidos ante un espectáculo que resulta tedioso y aburrido, de largo como es y sin contar con pausa alguna.

Me levanto de la butaca con mal sabor de boca. No es que tuviera muchas esperanzas de encontrarme con una película que me asombrara, pero tenía la certeza de que yendo con un pensamiento poco positivo, a poco que la historia estuviera mínimamente potable, saldría más o menos contento. No es el caso. Recorro los escalones hasta las puertas de salida, ahora en la parte más baja del cine, lo que obliga a bajar la ingente cantidad de peldaños que tiene la sala y salgo a la calle. El tiempo sigue lluvioso y se ha levantado un viento desagradable. Espero en la parada del Metro Ligero a que éste tarde lo menos posible para llegar cuanto antes a mi casa y poder dedicarme a otros menesteres.

Más información: Página oficial de X-Men Origenes: Lobezno

David Mora.