sábado, 2 de mayo de 2009

Marvel nos presenta la primera de sus precuelas

Garras y sables para público preadolescente

Es un día curioso, curioso en tanto que siendo jueves, se estrenan las películas de la semana. No en vano, el día que sigue es el dedicado al trabajador, al descanso del trabajador. Como sea, es el día elegido por la distribuidora 20th Century Fox para el estreno de una de las películas de ciencia ficción más esperadas de la temporada: X-Men Orígenes: Lobezno. Se trata del primero de los muchos spin-off que vendrán sobre la saga de comic de Marvel basados en la Patrulla X.


Para ver bien a Hugh Jackman (en inglés), hombre más sexy según la revista People, con sus seductoras arrugas debajo de los ojos y su infinita sonrisa, y disfrutar de las explosiones y puñetazos (y zarpazos) que me esperan, decido buscar un cine con la pantalla bien grande. Me entero de que en Kinepolis Madrid, la sala 25 se dispone a estrenar la película en cuestión y no lo pienso más, reservo por Internet y busco la mejor manera de llegar allí.

El transporte público que más cerca me deja es la parada de Metro Ligero de Ciudad del Cine, que está a pocos metros de la puerta principal. Tanto mejor, puesto que el día es lluvioso y antes de que se inaugurara esta especie de tranvía con su propio carril específico, el viaje en trasporte público dependía exclusivamente del autobús 572 que salía de Aluche y llegaba hasta Ciudad de la Imagen.

A esta hora de la tarde, 17:00, no es momento para palomitas, pero pensando en otros pases que den pie a su compra, me intereso en tomar algunas notas. Está claro que sirven para acompañar la película, ya que este tipo de productos se prestan más a esa clase de espectáculo, en donde centrar, de vez en cuando, la atención a las palomitas, evita aburrirse en los momentos en los que baja la acción. El precio está entre tres y cuatro euros dependiendo del tamaño que se elija, pequeño, mediado, grande y cubo. El refresco está en tres euros los cincuenta mililitros. La entrada de cine ya es de por si bastante cara, ocho euros, pero si además la acompañan con estos refrigerios, la cosa se pone por las nubes. Siempre cabe la posibilidad de ahorrase algo eligiendo un menú, que te obliga a coger el tamaño más grande de palomitas y refresco por 6.90 euros o 7.60 si lo prefieres con nachos en vez de palomitas (regados con una horrible salsa de queso que no quisiera probar, siquiera oler). El ahorro es de unos diez céntimos, toda una oferta.


Entro en la sala 25 de Kinepolis, con la pantalla más grande que haya visto en vida, exceptuando quizá el IMAX. 25 metros de largo y diez de altura, que hacen posible que las 990 butacas de las que costa la sala, estén dispuestas para poder ver de forma óptima la película. No en vano son, por lo menos, cincuenta metros los que separan la pantalla de la pared posterior de la sala.

De cualquier forma, yo esperaba ver rebosante aquella enorme estancia. Pero me doy cuenta de que faltan diez minutos para que empiece el pase y somos unas cuarenta personas las allí reunidas. Tenía la esperanza de ver a cientos de fans, que no pudiendo aguantar a horas más vespertinas, decidieran dejarse caer al primer pase, en la mayor sala de cine de Madrid. Todo lo contrario, la mayor parte de las personas que han venido son parejas, pequeños grupos de amigos de no más de tres o cuatro, y eso si: un curioso grupo de unos ocho niños que rondarían los diez años (considerando que la película no está recomendada para menores de dieciocho años) acompañados por una mujer, que intenta por todos los medios apaciguarlos y procurar que tomen asiento. Se les ve emocionados, son el público objetivo de este tipo de películas, si bien la recomendación supera con mucho su edad.

Terminando de enfocar la pantalla y encuadrando el proyector Dolby Digital Cinema, se nos ofrece un reportaje sobre la tecnología que posee la sala, y de la cual nos vamos a beneficiar al haber pagado un euro más por la entrada respecto a los pases normales. Al usar un proyector digital, no hace falta la película de celuloide, que previamente se ha digitalizado y guardado en un disco duro. Esto permite que su reproducción no deteriore la imagen, como ocurre al proyectar una película convencional una y otra vez. Esto hace que la única vez que se puede ver la película en condiciones óptimas, es el día del estreno. Cosa que me hace pensar si de verdad merece entonces la pena venir el día del estreno a esta sala, si la ventaja es poder ver la copia indefinidas veces sin peder calidad, en éste primer pase no estará tan estropeada en la otra sala donde se proyectaba sin la tecnología digital. Pero bueno, me conformo pudiéndola ver en la pantalla más grande, ríase el Cinemascope.


Atención, contiene Spoilers.

Lobezno, ese tipo duro con sendas patillas, se nos presenta en su niñez; cómo pierde a su padre (todo héroe debe ver muertos a sus progenitores, o bien, tener un desdén excepcional hacía ellos) y el inicio de una vida nómada con su hermano, Dientes de Sable, interpretado por Liev Schreiber. Lo mejor de la película, prácticamente lo único potable, son los títulos de crédito, que nos resumen en pocos minutos su andadura por las principales guerras que han azotado el mundo en los últimos siglos. A saber; la Guerra de Secesión, la 1ª Guerra Mundial, la 2ª Guerra Mundial, la Guerra de Vietnam. Un inicio que engancha, pero que a medida que sigue la película te va dejando frío.

Tras desertar de un grupo de élite compuesto por mutantes y dirigido por William Stryker, interpretado por Danny Huston, y después de que acabe su idílico amorío con Kayla Silverfox, a la que da vida la actriz Lynn Collins, no dejan de sucederse pantallas de videojuego, cada vez más complicadas, con Lobezno recibiendo golpes a diestro y siniestro. En un momento dado, Dientes de Sable, su archienemigo, aunque no su antagonista, le propina tamaña paliza que parece que el bueno de Logan no va a conseguir levantarse. El grupo de niños del que hablé antes, sentados una fila por detrás de donde yo me encuentro, salta en sus asientos preocupado por el héroe. Uno de ellos, recordando bien las otras películas de la saga de donde deriva esta, convence a sus compañeros para que dejen de preocuparse: “¡Qué Lobezno está en X-Men, no le pasa nada!”.

Quizá ese sea uno de los problemas de los spin-off con la premisa de contar los orígenes de personajes de los cuales ya sabemos su historia, que pase lo que le pase, al final todo tiene que revertir en la situación que ya se enunció en películas anteriores. Se pierde ese grado de incertidumbre, que honestamente, tratándose de un héroe de este calibre, quizá no hubiera hecho falta plantearse su futuro, ya escrito en las anteriores películas de X-Men, para saber que no le iba a ocurrir nada; pero en cualquier caso se pierde algo de emoción.

Trailer es español de X-Men Orígenes: Lobezno (Video: 2:18)



Sobre los efectos especiales, cabe destacar que son espectaculares y dignos de la una superproducción, pero en algún momento me dio la sensación de estar presenciando fallos, o por lo menos dejadez. Se nota que algunos efectos son en verdad efectos, perdiendo todo su propósito, algo que a estas alturas debemos considerar imperdonable. Hablo de algunos momentos tales como cuando Lobezno se mira sus nuevas “garras” de Adamantium (Ese metal maravillo e irrompible) frente al espejo del cuarto de baño de unos buenos samaritanos, que le acogen (desnudo, dicho sea de paso) en su casa. Claramente infográficas, parecen más de plástico que de otra cosa. Asimismo, en la persecución de la moto y el helicóptero, los primeros planos de Hugh conduciendo como un poseso, parecen sacados de contexto respecto al fondo, que pasa muy rápido con explosiones e impactos de bala por doquier.

Después de un largo proceso, en apariencia innecesario, de desenmascaramiento de las teorías conspirativas ocultas que pretenden crear un mutante definitivo, el arma final, fruto de la unión de diversos poderes mutantes, ajeno a toda voluntad y controlado de forma remota, Lobezno debe enfrentarse a Masacre. Esta “pantalla final” es una secuencia a base de golpes y rayos, que si bien debería hacernos saltar en algún momento con alguna imposible pirueta o giro de los acontecimientos, nos deja más bien impávidos ante un espectáculo que resulta tedioso y aburrido, de largo como es y sin contar con pausa alguna.

Me levanto de la butaca con mal sabor de boca. No es que tuviera muchas esperanzas de encontrarme con una película que me asombrara, pero tenía la certeza de que yendo con un pensamiento poco positivo, a poco que la historia estuviera mínimamente potable, saldría más o menos contento. No es el caso. Recorro los escalones hasta las puertas de salida, ahora en la parte más baja del cine, lo que obliga a bajar la ingente cantidad de peldaños que tiene la sala y salgo a la calle. El tiempo sigue lluvioso y se ha levantado un viento desagradable. Espero en la parada del Metro Ligero a que éste tarde lo menos posible para llegar cuanto antes a mi casa y poder dedicarme a otros menesteres.

Más información: Página oficial de X-Men Origenes: Lobezno

David Mora.

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