miércoles, 1 de noviembre de 2017

Blade Runner 2049: la personalidad jurídica del replicante


Cartel Ryan Gosling
Cartel de 'Blade Runner 2049' con Ryan Gosling.

¿Podrán las futuras tecnologías en biología sintética crear organismos artificiales indistinguibles de los seres humanos? ¿Serán una realidad los replicantes en un futuro no muy lejano? ¿Se les podrá considerar seres vivos? En tal caso, ¿qué clase de estatuto jurídico tendrá semejante creación? ¿Se le puede otorgar derechos de la personalidad a un ente que, en realidad, no ha nacido?

Bienvenidos de nuevo lectores de este blog y nuevas gentes que se acerquen por curiosidad a este espacio digital. En este artículo vamos a hablar sobre 'Blade Runner 2049' (2017) y el análisis de la película se hará en torno a las preguntas antes expuestas. Así pues, se pretende observar la cinta desde un punto de vista concreto: la búsqueda, por parte del replicante, de la adquisición y el ejercicio de los derechos civiles que se les suponen a toda persona por el mero hecho de ser persona. ¿Puede un replicante, un organismo sintético creado a semejanza de los seres humanos, reclamar derechos de la persona?



K (Ryan Gosling)
K (Ryan Gosling).

Antes de entrar en la materia más densa de esta entrada, conviene poner en contexto la producción de la película. Para ello, se expone una breve introducción de la secuela de 'Blade Runner' (1984), hablando de su director y facilitando una pequeña sinopsis. A continuación parece imprescindible destacar algunas aportaciones que este universo ha dado a la cultura en general, a la industria del cine y al género de ciencia ficción en particular, destacando el movimiento ciberpunk.

Los siguientes epígrafes trataran, primero, de buscar una caracterización del replicante como personaje de ficción. Después se comentarán los últimos avances en biología sintética para crear nuevos organismos artificiales. ¿Qué relación hay entre las teorías del trashumanismo y los replicantes? Estas nociones entroncarán con la difícil cuestión de formular una definición clara y concisa sobre qué es la vida. Finalmente, se propone un análisis del filme a través de una búsqueda para la adquisición de los derechos de la persona, contemplados desde el la óptica del derecho civil, por parte del replicante protagonista. Y, por último, una reflexión sobre el futuro del ser humano: ¿quienes serán los posthumanos?

Les advierto que el artículo contiene una cantidad ingente de destripes (spoiler alert).

Espero que disfruten. Empecemos.

Sumario


Los Ángeles 2049
Los Ángeles, 2049.


¿Una secuela esperada o inesperada?

Ocasión propicia, queridos lectores, para hablar de cine y ciencia ficción. Parecía una imposibilidad manifiesta que nadie se atreviera a tocar un título del género tan denostado en su estreno y, a la vez, tan ensalzado posteriormente como película de culto, como es 'Blade Runner'. Pues bien, en esta vorágine de secuelas, precuelas y secuelas de las precuelas ('Star Wars', 'Alien', 'Star Trek', etcétera), la industria ha tenido la osadía de mirar de nuevo a esta historia para especular con qué hubiera ocurrido tras los sucesos que se narraban en el primer filme. De este modo, se vuelve a ese universo creado por el director Ridley Scott y los guionistas Hampton Fancher y David Webb Peoples, que se basó en la novela de ciencia ficción ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? escrita por Philip K. Dick en 1962.

'Blade Runner 2049' está dirigida por Denis Villeneuve, con guión de Hampton Fancher y Michael Green. La producción ejecutiva queda a cargo de Ridley Scott, que permanece junto a su criatura, al igual que Fancher, para dotarla de continuidad y tratar de mantener una coherencia necesaria. La película está protagonizada por Ryan Gosling, Harrison Ford (que vuelve como Rick Deckard) y Ana de Armas; seguidos por Robin Wright, Sylvia Hoeks, Mackenzie Davis y Jared Leto; a los acompañan, en papeles más secundarios: Dave Bautista, Barkhad Abdi, David Dastmalchian, Edward James Olmos (un cameo en su papel de Gaff), Lennie James, Hiam Abbass, Carla Juri y Ellie Wright.

Se trata de la secuela directa de la película 'Blade Runner', dirigida por Scott y estrenada en 1984. Tal y como su propio título indica la historia se desarrolla treinta años después de lo ocurrido en la primera cinta. En esa futura ciudad de Los Ángeles, cada vez más contaminada por un contexto mundial nocivo para la vida, un nuevo agente blade runner, el oficial K (Ryan Gosling), descubre un cadáver que puede provocar un impacto tan grande como para acabar con lo poco que queda de la sociedad en la que vive. Deberá encontrar a un antiguo blade runner, Rick Deckard (Harrison Ford), del cual no se sabe nada desde hace treinta años para desvelar el secreto del cadáver y, además, conocer más sobre el pasado del propio K. En una sociedad consumida en una calígine de brumas perennes, en donde más que vivir se sobrevive, y sin ninguna perspectiva de un futuro medianamente decente —salvo emigrar a las colonias en el espacio, cosa limitada a unos pocos—, el mundo de lo artificial parece ser la única manera de que la humanidad sobreviva a su propia decadencia.

K investigando
K investigando el árbol muerto y su  propio pasado.

Denis Villeneuve ha sido el encargado de dar forma a este proyecto del que se tenían muchas expectativas, tanto positivas como negativas. No debe ser fácil retomar un universo tan querido por los cinéfilos en general y por los amantes de la ciencia ficción en particular. El director canadiense destacó, no hace mucho, en otra película de ciencia ficción: 'La llegada' (2016). En ella se narra el encuentro entre los humanos y una raza alienígena, centrándose, sobre todo, en los complejos pasos que deben seguir ambas civilizaciones para poder comunicarse entre sí. Se trata de un ejercicio interesante y loable, aunque el desarrollo no sea muy dinámico. Si bien habría que destacar el esfuerzo narrativo en la utilización de flashblack y flashfoward y el giro final. No es mal comienzo para introducirse en la ciencia ficción. De esta manera, parece que el director le ha tomado gusto al genero al aceptar la realización de esta continuación de 'Blade Runner'.

Conviene decir que después de este magno encargo Villeneuve tiene previsto trabajar en una nueva adaptación de la novela de ciencia ficción Dune, escrita por Frank Herbert en 1965. El proyecto se encuadraría en un formato de saga, quizá una trilogía. La historia del planeta Arrakis y Paul Atreides ya fue llevada al cine por David Lynch en la dirección y Dino de Laurentiis como productor en 'Dune' (1984). Asimismo, se han realizado dos miniseries que adaptaban las novelas de Herbert: 'Dune' (2000) e 'Hijos de Dune' (2003). Se trata de otro proyecto que levanta muchas expectativas. Adaptar este hito de la literatura de ciencia ficción tampoco es un asunto menor. El tratamiento religioso y mesiánico de los personajes, la ecología cultural de los Fremen, la eugenesia de la Bene Gesserit, el recurso energético imprescindible para el universo que es la melange o "la especia" y muchos otros temas políticos, sociales y económicos, revisten un gran interés y trasladarlos a la pantalla nunca ha sido —ni será— fácil. Ya solo por encarar con valentía estos proyectos de gran envergadura podemos alabar en cierta forma al director canadiense.

Anuncio gigante
Publicidad gigante, uno de los elementos recurrentes.


Impactos en la cultura postmoderna

Al hablar de 'Blade Runner' es casi obligatorio comentar su influencia en el movimiento ciberpunk, en la literatura de este subgénero de la ciencia ficción y, sobre todo, en el impacto visual de un futuro sucio y asfixiante, en contraste con la especulaciones más limpias y diáfanas que se presentaban antaño. Tanto la película como el movimiento ciberpunk nacieron en los años ochenta del siglo XX. Algunas de las características más destacadas son la temática nihilista de un futuro desesperanzado, contaminado y superpoblado que se mezcla con el desarrollo de tecnologías muy avanzadas, entre las que destacan la potenciación de la máquina y lo sintético sobre lo humano o natural. El simulacro, lo virtual y artificial como elemento definitorio. Los implantes cibernéticos, los drogas de diseño, el ciberespacio, etcétera, son algunos de los elementos más comunes. Al mismo tiempo, el ciberpunk trata aspectos como la contaminación y la pérdida de los ecosistemas naturales y la extinción de los seres vivos.

Se describe, al mismo tiempo, una sociedad polarizada que tiene que lidiar con las nuevas tecnologías adaptándose o muriendo en el intento. Grandes corporaciones que controlan la economía y la política frente al lumpen de criminales y bandas callejeras que sobreviven a duras penas en un mundo enloquecido. Se habla de una vida alternativa que se desarrolla en una red virtual que es más agradable, o quizá más soportable, que la propia realidad. Se prefiere una experiencia artificial a sufrir la contingencia de un mundo cruel y enfermo que no se puede controlar.

Arquitecturas opresivas
Arquitecturas opresivas.

Por último, un detalle no menos importante es la concentración de la población en megalópolis caóticas, sumidas en brumas de polución eternas que impiden el paso de la luz del Sol. Ciudades rodeadas de conurbaciones atestadas e iluminadas a base de luces de neón y pantallas gigantescas, en donde se reproducen anuncios de refrescos o geishas sonrientes que ponderan las bondades de las colonias exteriores. Los escenas con grandes planos generales muestran arquitecturas opresivas y el contraste entre el individuo y un paisaje de bloques artificiales, o páramos cenicientos en la nueva película; que más tienen que ver con la desasosiego que puede transmitir El cazador en el bosque de Caspar David Friedrich, que la sublime visión de El caminante sobre el mar de nubes.

Escritores como William Gibson en su novela germinal Neuromante (1984) o Bruce Sterling con su antología de cuentos Mirrorshades (1986) dieron forma y fondo al género ciberpunk. Si bien 'Blade Runner' le otorgó visualidad y un referente inmemorial; aparte de adelantarse al propio inicio literario del género.

Por otro lado, la intertextualidad y la mezcla de estilos, géneros e influencias de diferentes ámbitos se pueden encontrar tanto en la película de 'Blade Runner' como en su secuela. Una de las influencias más importantes a considerar son los elementos del cine negro que podemos localizar en la narración. Un género que tuvo su máximo desarrollo en Estados Unidos entre los años treinta y sesenta del siglo XX. Se pueden desatacar una historia dramática con violencia y muerte de por medio, un contexto social que determina ese clima de violencia, escenarios urbanos, estética expresionista, diálogos cortantes y cínicos, así como personajes que se sitúan al margen de la ley y cuya moralidad no siempre está relacionada con la legalidad. La densidad narrativa hace que la trama detectivesca sea en ocasiones compleja. Y, al igual que muchas otras películas de serie negra, se pone de relieve la amargura del éxito, el pesimismo al conocer la verdad. Por su parte, la ambientación oscura, húmeda y opresiva en 'Blade Runner' es una característica que ha influido de una forma increíble en el resto de cintas futuristas que desarrollan distopías o que intentan recrear futuros tenebrosos y negativos.

Tanto los elementos del subgénero ciberpunk como del género de cine negro se mantienen en 'Blade Runner 2049', potenciando sus posibilidades hasta el detalle más ínfimo y homenajeando los logros de la película del 82.

Oscuridad y devastación
Oscuridad y devastación.


¿Se ha hecho un mal uso del concepto "robot"?

Uno de los elementos más interesantes de la película y, sobre todo de su predecesora, son los replicantes. Pero, ¿qué es un replicante?

El replicante es un ente sintético, un organismo que reproduce —o "replica"— la composición y propiedades de un ser vivo. En una posible aproximación se puede decir que los replicantes son robots antropomorfos, pero robots en el sentido primigenio de la palabra, es decir: ligada a la ingeniería genética más que a otras consideraciones como los androides o artefactos mecánicos. La actual concepción del término robot como "máquina o ingenio electrónico programable, capaz de manipular objetos y realizar operaciones antes reservadas solo a las personas" (definición extraída del Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española), es una interpretación nacida de la representación continuada, por parte de la ciencia ficción popular y la industria del cine, de máquinas —generalmente metálicas— que son capaces de imitar al ser humano. En realidad a estos dispositivos se les debería haber llamado simplemente autómatas: un dispositivo mecánico o, al menos, inorgánico que imita la figura y los movimientos de un ser animado. Sin embargo, en el imaginario genérico de la ciencia ficción, desde el estreno de la película 'Metrópolis' (Fritz Lang, 1927) como mínimo, al concepto de robot se le ha aplicado el significado de ingenio mecánico.

Mepropolis (1927)
Una de las primeras representaciones de un robot en el cine. Metrópolis (1927).

Conviene recordar que la palabra robot se utiliza por primera vez en la obra de teatro RUR (1920) del escritor checo Karel Čapek, conocido también por su novela La guerra de las salamandras (1936). Deriva del checo robota que puede traducirse como "trabajo monótono y forzado" o simplemente como "servidumbre". En la obra el concepto es asimilable al de "personas artificiales", aunque se les niega, en un principio, la condición de seres humanos. RUR (Robots Universales Rossum) es una crítica sobre las consecuencias no deseadas de la mixtificación de la tecnología. En la narración los robots han sido fabricados para trabajar y producir de la manera más eficiente posible y, así, abaratar los costes de los productos finales hasta tener un precio insignificante. Físicamente son indistinguibles de los seres humanos, salvo porque son artificiales. Son más fuertes, resistentes e inteligentes que cualquier persona. Uno de los objetivos principales de su fabricación es liberar a las humanos del trabajo manual y de "la explotación del hombre por el hombre". Por consiguiente, toda la población humana queda desocupada y los Estados acaban por utilizar a los robots como soldados en sus diferentes guerras. Cuando estos entes sintéticos toman consciencia de lo injusto de su situación se levantan contra sus amos con violencia. La humanidad queda condenada y el concepto de qué es humano y qué no lo es queda desdibujado por completo.

Cuando se cuenta el proceso de creación de los primeros robots en RUR Harry Domin, Director general de la compañía, le explica a una anonadada Elena que Rossum, el inventor de los robots, se percató de que la anatomía y la mente de los seres humanos eran demasiado complejas y que un buen ingeniero podría fabricarlas de forma más sencilla. El trabajador artificial más práctico es aquel más barato. De esta forma, consiguió crear un obrero que fuera más perfecto e incluso más inteligente que un ser humano, pero le negó la capacidad de sentir pena, alegría, frustración o, por ejemplo, apreciar el arte, la música, un paisaje sublime. Tal y como se indica en la obra los robots fueron fabricados sin alma. No era necesaria para su propósito: trabajar. Ahora bien, ¿lo que entendemos por "alma" —fuera de interpretaciones religiosas— puede adquirirse con las experiencias de la vida?

Representación RUR
Representación de la obra de teatro RUR (1920), de Karel Čapek.

En el caso de 'Blade Runner' lo que se obvia a la hora de crear a los replicantes es la capacidad de sentir empatía. Esa es la característica que indica la diferencia entre un ser humano y un organismo artificial. Por lo demás, fisicamente los replicantes y los humanos son indistinguibles unos de otros. Es necesario hacer el test Voight-Kampff a una persona para medir su empatía y descartar que sea un androide. Los blade runner se dedican ha interrogar a los sospechosos para encontrar a los replicantes que se hacen pasar por humanos y luego retirarlos, es decir, ejecutarlos. Cabe preguntarse si esos cazadores de androides sienten alguna empatía por sus victimas. De ahí la controvertida idea que explicaría la naturaleza replicante de Deckard, intuida aunque no mostrada en las primeras versiones y un poco más explícita en la 'versión del director'. ¿Se puede decir que Roy Batty carece de empatía cuando evita que Deckard se defenestre por el edificio Bradbury? ¿Qué elemento hace que se desarrolle empatía en un replicante? ¿Las experiencias, es decir, los recuerdos, aunque sean implantados? ¿El amor? ¿La conciencia de una muerte inminente?

Resulta complejo meterse en la mente de un ser artificial, pero se puede argumentar que incluso aceptando su destino, el replicante considera que debería ser tratado como un ser vivo, un ser vivo artificial, pero vivo al fin y al cabo. No en vano, la propia conciencia de su mortalidad le acerca a la humanidad. Pero en su monologo de despedida Batty no solo se lamenta por su muerte, sino que sufre por todos esos recuerdos, reales esta vez, derivados de sus experiencias durante su corta vida, que "se perderán como lágrimas en la lluvia".

Roy Batty (Rutger Hauer)
La despedida de Roy Batty (Rutger Hauer).

Así pues, un ser artificial que tiene la capacidad de desarrollar sentimientos, posee una configuración somática idéntica al resto de los humanos, es consciente de su mortalidad y mantiene un impulso vital por seguir viviendo, así como de encontrar un sentido a su existencia y que teme perder, además, sus recuerdos, sean reales o no; ¿puede un ente semejante ser considerado una persona?

Los planeamientos éticos derivados de esta apreciación no son baladí, puesto que presuponen una serie de derechos y de libertades que deberían ser, cuanto menos, parecidos a los establecidos por la Carta Internacional de Derechos Humanos.

Antes de analizar la película de 'Blade Runner 2049' desde la investigación/búsqueda que emprende su protagonista, el agente K, de una serie de derechos de la persona, nos detendremos en resaltar algunos avances en la ciencia y la tecnología actuales, y cuyo desarrollo en un futuro no muy lejano puede augurar la creación de verdaderos organismos artificiales. Tal premisa puede transformar los planteamientos que existen sobre lo que es un sistema vivo y lo que no; o lo que es lo mismo, nuestro concepto de lo que es la vida.

K (Ryan Gosling)
¿Busca K la atribución de derechos de la personalidad?


¿La biología sintética podrá crear replicantes?

Uno de los aspectos más interesantes que se desarrollan en 'Blade Runner' es la creación, en un futuro más o menos cercano, de vida artificial. Ya hemos visto que los replicantes son seres sintéticos fabricados gracias a los avances de la técnica. En la actualidad se están investigando algunos aspectos sobre la posibilidad de crear vida artificial. La ciencia y la tecnología aplicadas a la biología están avanzando hacia la consecución de un nuevo paradigma que nos obligará a interrogarnos sobre qué elementos consideramos imprescindibles para hablar de seres vivos u objetos inertes.

Algunos investigadores establecen tres métodos distintos para estudiar la vida artificial, que se pueden identificar con una visión desde una óptica del software, hardware o wetware. El primero método sería la vida artificial "suave", que consistiría en simulaciones informáticas realizadas por computador con la apariencia de estar vivas. Por otro lado, la vida artificial "dura" se caracterizaría por implementar sistemas aparentemente vitales en estructuras conformadas por metal, plástico u otros materiales, y enlazaría con la robótica. En cambio, la vida artificial "húmeda", o vida sintética, utilizaría recursos bioquímicos dentro del laboratorio para sintetizar formas de vida en tubos de ensayo. Consiste en un rediseño de los componentes biológicos existentes para mejorarlos o cambiarlos. Esta forma de entender la generación de vida artificial es la que más se asemeja a las actuales tecnologías que desarrolla la biología sintética.

Escherichia coli
Células de Escherichia coli.

La biología sintética es la aplicación de los principios de la ingeniería a la ciencia que estudia la vida. El objetivo es diseñar organismos biológicos que no existen de forma natural y programarlos para que actúen según determinadas instrucciones. Uno de los elementos medulares de esta disciplina es la ingeniería genética. El código genético es la base matriz sobre la que se trabaja para lograr la generación de nuevas formas de vida. De este modo, la manipulación del ADN permitiría modificar los genes precisos para introducir nueva información en el código.

Por el momento la ingeniería genética ha sido utilizada para la evitar o corregir problemas de salud derivados de los genes. Una forma simple de manipulación es identificar en el útero las mutaciones genéticas que pueden ser perjudiciales e interrumpir la gestación. Otra forma, más o menos sencilla, es el diagnóstico genético preimpantacional, que permite seleccionar e implantar de forma preventiva embriones sin mutaciones nocivas.

Las técnicas más complejas de manipulación son englobadas dentro de la terapia genética, en donde el objetivo es corregir directamente los genes que pueden resultar defectuosos o perjudiciales para la salud. Un ejemplo es la terapia génica no germinal. Se modifican los genes de las células concretas que causan problemas, afectando a su función pero sin trasmitirse a siguiente generación. La otra posibilidad es la modificación de la línea genética en células reproductivas: óvulos y espermatozoides. Este tipo de cambio se propaga y se trasmite de una generación a la siguiente, lo que motiva una preocupación sobre si se podrán crear humanos mejorados y qué entendemos por "mejorados". Aunque hasta la fecha modificar los genes de células reproductivas no ha sido viable.

ADN
El ADN y sus distintos niveles de empaquetamiento.

Hasta hace poco las técnicas para realizar la terapia génica se han basado, por poner uno de los ejemplos más importantes, en el uso de virus manipulados en el laboratorio. Los virus permiten introducir el material genético pertinente en las células de un organismo, pero es un método tosco que no siempre intercala los genes en el lugar correcto. Otros sistemas han sido la radiación y la inundación de ADN extraño directamente en células para que copiaran alguna de las secuencias; todo ello bastante ineficaz para modificar los genes a conveniencia.

Sin embargo, en 2012 la bacterióloga Emmanuelle Charpentier y la bióloga molecular Jennifer Doudna diseñaron la técnica CRISPR/Cas9 para intercambiar secuencias de genes específicos. Se trata de un procedimiento que ha revolucionado la ingeniería genética, pudiendo introducir mutaciones a voluntad y experimentar con sus funcionalidades. La proteína Cas9 forma parte del sistema inmunológico de algunas bacterias y permite "cortar" cadenas concretas del ADN de virus invasores que son reconocidos y así neutralizar la amenaza. La técnica de Charpentier y Doudna permite seleccionar genes concretos para realizar un corte deliberado e introducir el código de ADN deseado para que se copie en el espacio que queda vacío tras el tajo. Algunos investigadores lo han llamado "cirugía genómica". Aún está en fase experimental pero, en cualquier caso, es un método que funciona y la edición del genoma es cada día más factible.

Cas9
Estructura cristalina de Cas9.

Utilizada en células madre, esta cirugía genómica permitiría introducir genes en células pluripotenciales, con la capacidad de trasformarse en cualquier célula de un organismo: células de la piel, musculares, sanguíneas, hepáticas, etcétera y, en teoría, también en células reproductivas. Sería el eslabón definitivo para ir de una terapia genética a una mejora genética, con los problemas éticos que ello suscitaría. ¿Quién decide lo que es una mejora y lo que no?

Todos estos avances ofrecen herramientas muy eficientes para la ingeniaría genética y permiten pensar en la creación de nuevos organismos artificiales en el laboratorio, concebidos por los humanos gracias a la ciencia y la tecnología. Así que la pregunta no es si la biología sintética podrá crear replicantes u organismos similares, sino cuándo.

Óvulo y espermatozoide.
Óvulo fecundando por un espermatozoide.


¿Está vivo un replicante?

Muchas investigaciones, dentro de la biología sintética, se centran en identificar el número de genes precisos para que una hipotética célula mínima tenga la propiedad de replicarse de manera autónoma. Se busca que los microorganismos creados en el laboratorio realicen la "autopoiesis" —término acuñado por los biólogos Humberto Maturana y Francisco Varela—, es decir, que lleven a cabo una red de procesos para generar los componentes necesarios para seguir operando como una unidad. Según esta teoría el proceso de autopoiesis es imprescindible para definir a un ser vivo. De esta forma, la biología sintética también entra en la búsqueda de características específicas que permitan definir con mayor claridad el concepto de "vida".

Ahora bien, a lo largo de la historia se han dado muchas respuestas a la pregunta "¿qué es la vida?". Desde soluciones funcionales, mecanicistas, teleológicas, vitalistas, la evolución darwiniana y un largo etcétera que sería largo de exponer. Así pues, nos centraremos solo en el debate sobre si la vida es dependiente de la materia que la compone o si se puede explicar a través de propiedades abstractas que no dependen de los materiales.

Robot ASIMO
El robot ASIMO imita los movimientos humanos.

De esta forma, algunos investigadores defienden que el atributo que se tiene que dar para hablar de vida es el funcionalismo, o lo que es mismo: la posesión de estados mentales y abstractos. La vida estaría determinada por la organización funcional de la materia, independientemente de su composición. Es decir, los estados mentales son funcionales y, por tanto, pueden darse en cualquier materia que los reproduzca, sea biológica o no. Podrían darse en otros compuestos, como por ejemplo el sílice. Es por ello que la teoría está muy ligada a los estudios de la inteligencia y la vida artificial de tipo "suave" y "fuerte" que antes se han descrito. Ciertos investigadores incluso creen que los sistemas informáticos con un diseño adecuado podrían considerarse seres vivos.

Por otro lado, una gran parte de los investigadores contemporáneos entiende que la vida está limitada por su composición; más allá de las características abstractas que manifieste es fundamentalmente bioquímica, al menos la vida que conocemos en la Tierra. En este sentido, la vida implica una compleja coordinación de grandes moléculas de carbono, en concreto: proteínas y ácidos nucleicos. Las proteínas son el material estructural para conformar los organismos y los ácidos nucleicos almacenan y procesan la información hereditaria del ADN y el ARN. Las bases nucleótidas del ADN son la adenina (A), la timina (T), la guanina (G) y la citosina (C). La traducción del material heriditario para generar las proteínas necesarias se lleva a cabo mediante los ribosomas, dispositivos moleculares que contienen proteínas y ARN. Gracias a estos procesos se puede hablar de una "autoorganización" química o metabolismo y una reproducción o replicación generacional a través de estructuras genéticas.

Estructura ADN
Estructura química del ADN.

El astrónomo Carl Sagan escribió un artículo en 1970 en donde compendiaba las definiciones de la vida que estaban en boga durante aquellos años. Relacionaba las explicaciones fisiológicas, metabólicas, bioquímicas, genéticas y termodinámicas, concluyendo que ninguna de ellas es satisfactoria por sí sola y que se basan en el único ejemplo de vida que se conoce hasta la fecha: la terráquea. La diversidad morfológica de la vida es inmensa pero muy semejante a nivel molecular y bioquímico. Contar con otras formas de vida diferentes ayudaría a formular una teoría sobre la vida más general, pero únicamente se cuenta con en el modelo actual.

En 'Blade Runner 2049' se deja claro que los replicantes están fabricados con los mismos elementos moleculares que cualquier ser humano, pero codificados artificialmente por la técnica. Su "programación" sintética se compila mediante adenina, timina, guanina y citosina; mientras que las inteligencias artificiales se basan en ceros y unos. En este sentido, se puede decir que los replicantes responden a la misma descripción de un ser vivo que los humanos. Poseen estados metales y sus cuerpos están hechos de material bioquímico basado en el carbono. Son fruto de la biología sintética más avanzada, que especula con la posibilidad de crear vida artificial "húmeda", o sintética, en el laboratorio. Por tanto, a la pregunta "¿está vivo un replicante?" se puede responder afirmativamente desde este punto de vista.

Tierra
La Tierra, el único lugar donde se ha encontrado vida.

Si bien, siguiendo a otros investigadores, la consideración de qué esta vivo o qué es material inerte no deja de ser una idea contingente fruto del contexto histórico de la humanidad. Los avances en biología sintética pueden transformar las presuposiciones que definen a un ser natural de uno artificial. De tal modo, los problemas a la hora de definir la vida se complican aún más y en muchos casos depende de las convenciones humanas que se destaquen en cada momento de la historia. ¿Estén vivos los replicantes? Introduciendo esta última idea, la respuesta dependerá de la historia y el contexto cultural; de los intereses y del beneficio o perjuicio que pueden suponer en un momento concreto. En el universo de 'Blade Runner' los replicantes son tratados básicamente como esclavos, es decir, como bienes. Considerarlos seres vivos o no carece de relevancia, al menos, dada su condición jurídica de bien patrimonial y no de persona. En tal caso, aquello que les podría otorgar una condición de ser vivo a los replicantes y, al mismo tiempo, elevar su dignidad como organismos morales serán tipos humanos, por tanto, elementos de la cultura humana. El derecho civil puede ser una buen comienzo.

Código Civil Francés (1804)
Código Civil Francés de 1804.


Buscando los derechos de la personalidad


La capacidad jurídica del replicante

La historia de 'Blade Runner 2049' tiene una trama principal que se centra en la evolución personal que experimenta el agente K a lo largo de la película. Este personaje está interpretado por el actor Ryan Gosling, bien escogido por su capacidad de mostrar rostros hieráticos, que le viene muy bien para caracterizarse como un replicante. Sería interesante analizar la posible relación de este K con el K. de la novela El castillo (1926), o del personaje de Josep K. en El proceso (1925), ambas escritas por Franz Kafka. El trabajo de K en 'Blade Runner' es localizar, interrogar y "retirar" a los replicantes rebeldes que no aceptan su condición —cercana a la esclavitud— y su rol en una sociedad deshumanizada, que demanda mano de obra barata para realizar los trabajos más penosos u onerosos  y, de esta manera, mantenerse lo más estable posible. Así pues, K es un blade runner. Sus capacidades mejoradas, tanto físicas como mentales, le convierten en un instrumento óptimo para esa labor.

Ahora bien, como todo buen replicante que se precie el personaje interpretado por Gosling tiene problemas a la hora de asimilar su existencia. Sabe que no es una persona natural sino un ser sintético. No ha nacido, ha sido fabricado. No tiene una infancia real pero sí le han implantado recuerdos falsos. Ahora bien, por muy falsos que sean, esas evocaciones le permiten generar una cierta gama de sentimientos humanos de los que carecería sin esas experiencias simuladas. Le otorgan un grado de personalidad que le permite desenvolverse con los humanos. El replicante tiene que interactuar en y, en ocasiones, empatizar con otras personas para ejercer bien su trabajo de investigador, aun sabiendo que gran parte de su memoria es una mentira. Pues ¿qué son los recuerdos sino una amalgama de experiencias tamizadas por la mente, que aumenta o disminuye la percepción real que se tuvo de ellas? En realidad, los recuerdos no dejan de ser simulaciones que se adornan o se simplifican. Solo los objetos y documentos de otros tiempos tienen la capacidad de mantener una memoria empírica del pasado.

replicante K
El replicante K en su búsqueda de personalidad.

¿Qué puede hacer un replicante al que se le dota de la capacidad de sentir a través de experiencias falsificadas? Una posible respuesta sería intentar desarrollar sus emociones de forma que imiten los verdaderos sentimientos de un ser humano. En tal caso K puede llegar a sentirse discriminado en un mundo en el que los humanos le tratan como un ente de segunda categoría. Es odiado por ser diferente y posiblemente envidiado por sus capacidades mejoradas. Si bien, el individuo necesita ser reconocido por el resto de la sociedad y relacionarse con otros sujetos para desarrollarse como persona. El comportamiento del replicante parece querer evolucionar a lo largo de la película para conseguir un reconocimiento que se le niega por su condición de ser sintético.

¿Cómo puede aguantar K semejante situación? La empresa que fabrica los replicantes tiene una solución para que sus productos no acaben desquiciados y puedan desarrollar alguna clase se sentimiento humano, un mínimo que les permita cierto equilibrio existencial y, por supuesto, que impida que se rebelen o escapen de sus obligaciones. Además de recuerdos simulados, comercializan un programa informático que recrea una relación sentimental a través de realidad virtual y aumentada, se trata de la inteligencia artificial Joi, interpretada por la actriz Ana de Armas.

Joi (Ana de Armas)
La inteligencia artificial Joi (Ana de Armas).

¿Puede amar un replicante? Difícilmente puede ninguna persona amar si no ha recibido algo de amor a lo largo de su vida. De ahí la importancia de los recuerdos. Pero, qué posibilidades tiene un replicante de amar en una sociedad deshumanizada donde el cariño cada vez significa menos y que, además, le trata, en general, de forma despectiva, llamándole "pellejudo" y denostando su presencia. Todavía está más aislado que cualquier otro replicante precisamente por sus obligaciones laborales, que le fuerzan a ejecutar a otros replicantes, lo que, probablemente, no le grajea muchas amistades entre los seres sintéticos como él. La única opción parece ser un sucedáneo del amor. En este caso, un programa informático de realidad virtual que simula una relación de pareja. La imposibilidad de encontrar un amor verdadero en su existencia más mundana hace necesario recurrir a una simulación para desarrollar esas emociones. Y, sin embargo, esa simulación otorga a K más humanidad que la posee cualquier otro personaje de la película. Recogiendo una frase del drama El tío Vania de Antón Chejov: "Cuando falla la vida, hay que vivir de espejismos. Al fin y al cabo, es mejor que nada".

Como si de un Pigmalión futurista se tratara, K va dando forma a su propia estatua de mármol, objeto de sus deseos. Rechaza, como el personaje mitológico de la cultura grecolatina, la compañía de otras mujeres que no sean el objeto sublime de su adoración. En su búsqueda para desarrollar la relación que mantienen entre los dos, libera a Joi de la obligación de vagar en el estrecho cubículo en el que residen y le permite, mediante actualización tecnológica, salir al mundo exterior y ver nuevos entornos: "sentir" la lluvia al caer sobre ella. Más adelante, en un alarde de técnica fílmica, efectos especiales y montaje, la inteligencia artificial prepara un encuentro sexual con K a través de una tercera persona: Mariette (Mackenzie Davis). En su afán por desarrollar la pasión que se profesan la estatua de mármol se transforma en carne, como el regalo que le otorgó Venus a Pigmalión por su fervor a la diosa del amor. Momento simulado y efímero entre K y Joi, pero importante en su búsqueda de humanidad.

Joi y K
Joi y K desarrollando su relación sentimental.

La relación amorosa que mantienen permite a K ahondar en su evolución como persona. Joi es un personaje capital en la película a la hora de ir animando al replicante a concederse derechos de la personalidad. La inteligencia artificial está programada para complacer a K y cuando interpreta las necesidades de su compañero le atribuye una dignidad que nadie le concede. Compartir una vida juntos, aunque sea una vida simulada, imprime unos derechos de intimidad familiar: una existencia privada que en el caso de los humanos debe ser defendida. Cuando tienen que huir para evitar que "retiren" a K, Joi le ruega que borre la copia de su relación que va a quedar atrás en el apartamento. Una forma de evitar que los demás se inmiscuyan en su esfera privada. En un mundo en el que los replicantes son odiados por la inmensa mayoría, compartir experiencias con una persona que le hace sentir especial es importantísimo para desarrollar la humanidad de K y evitar que se deje llevar por un nihilismo alienante que le niegue los sentimientos que busca, que necesita. Todo ser humano precisa de una esfera reservada a su persona para desarrollarse plenamente.

Asimismo, gracias al cariño que le profesa Joi el replicante puede reconocer un sentimiento de estimación y un respeto sobre sí mismo que no existiría en ausencia de la realidad virtual. Le dedica palabras afectuosas y le reconoce su individualidad; le manifiesta que es una persona especial, diferente a todas las demás y que merece que se respete su honor. Puede ser amado y es amado, aunque sea de una forma simulada. De este modo, se le está otorgando a K un reconocimiento de su propia dignidad, que merece respeto y consideración por parte del resto de la sociedad. Esta clase de derechos de la personalidad se enmarcan de forma genérica en lo que se conoce como "integridad moral" y se plasman de forma más concreta en garantizar el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen.

Individualidad de K
Joi fomentando la individualidad de K/Joe.

Otro aspecto interesantísimo en la búsqueda de derechos de la persona es la concesión de un nombre a K. En algunos contextos se ha llegado a denominar "derecho al nombre". Se trata de uno de los derechos de la personalidad que permite, de forma muy efectiva, exteriorizar la propia individualidad del sujeto. La identificación nominal a través de un nombre propio, no de una especie de código alfanumérico y aséptico —como si de un objeto mercantil se tratase—, otorga otro tipo de estatuto a la persona en la ponderación de su imagen de cara al resto de la sociedad. Joi considera que K merece un nombre, un paso más en la búsqueda de su consideración como persona de pleno derecho, y le sugiere "Joe" como nombre de pila. Joi y Joe: una pareja en armonía.

Por otro lado, conviene destacar el papel que tiene la teniente Joshi (Robin Wright), superior de K en el departamento de policía, a la hora de desarrollar la personalidad del replicante y de facilitarle una adquisición de derechos de la persona. Uno de los actos más significativos en este sentido es la liberación de K después de suspender la prueba de registro. Joshi debería haber ordenado su ejecución al haberse convertido en un replicante "defectuoso", en cambio le permite huir. Le ha otorgado un derecho a la vida, saltándose el protocolo y conmutando la pena de muerte por una promesa de encontrar y silenciar a Deckard. El trato degradante al que se veía sometido en las pruebas de registro deja de tener sentido. Desde ese momento adquiere un derecho a la integridad física que le acerca más a la humanidad.

Joshi (Robin Wright)
Joshi (Robin Wright).

Asimismo, su nueva situación de fugitivo le permite conocer una libertad de la que carecía hasta ese momento. Estaba atado a las reglas que le venían impuestas por ser un replicante. Desde que Joshi le permite escapar y él acepta la nueva situación se convierte en un replicante que se ha rebelado contra su propia programación. Ahora es libre y puede reconocer en sí mismo esa libertad. A partir de entonces empieza a tomar sus propias decisiones y cuando encuentra a Deckard no le ejecuta, sino que intenta continuar la investigación sobre su pasado. Ha ejercitado el libre albedrío como atributo inherente de una personalidad de pleno derecho. Al no estar sujeto al sistema opresivo que constriñe a los replicantes puede desarrollar toda una amplia gama de libertades que le estaban vedadas desde su fabricación. Su recién adquirida libertad le permite colocarse en plano de igualdad con el resto de seres humanos. Está más cerca de definirse a sí mismo como persona.

Ahora bien, ¿qué requisitos son precisos para la atribución de personalidad? En derecho civil se considera que la adquisición de la personalidad y la capacidad jurídica se obtienen con el nacimiento. Hace tiempo existían algunas delimitaciones más precisas, como puede ser la de tener una configuración somática acorde con la figura humana. Si bien, cada vez está más aceptado que la adquisición de personalidad viene dada por el sencillo hecho del "nacimiento con vida y enteramente desprendido del seno materno" (Ley 20/2011, de 21 de julio, del Registro Civil).

Anagnórisis de K/Joe
El caballito de madera y la anagnórisis de K/Joe.

Cuando K/Joe deduce que el recuerdo del caballito de madera probablemente sea suyo de verdad —no un implante— y que cabe la posibilidad de que haya nacido de una replicante, en vez de haber sido fabricado como el resto de los seres sintéticos, todo su mundo se viene abajo. Tal vez su existencia es fruto del amor y no de una fría cadena de producción. Sus progenitores pueden ser Rachael (Sean Young en la película de 1982) y Deckard (Ford). Los esquemas mentales que han mantenido su existencia hasta ese momento se desquebrajan ante la conmoción que le produce semejante anagnórisis. En la indagación sobre sí mismo acaba por descubrir secretos inesperados y traumáticos. Cabe destacar la escena en donde estalla la frustración contenida que había ido creciendo en K/Joe. De hecho, una vez realizado el reconocimiento de lo que cree que es su verdadera identidad es incapaz de superar el registro al que debe someterse para mantener su optimización como replicante. No consigue pasar la verificación. Oficialmente ha quedado fuera del sistema, tiene que ser "retirado".

Desde ese momento, la trama toma un rumbo cercano al mito de Edipo, sobre todo, al Edipo Rey de Sófocles: un pasado oculto que queda desvelado y trae consigo la tragedia. El único flashblack que se utiliza en toda la película nos muestra el recuerdo —se supone implantado— que en realidad ha sido vivido de verdad: la defensa de la propiedad privada en forma de caballito de madera. La correlación entre las fechas grabadas en el árbol muerto y el pequeño juguete inicia el viaje hacia el conocimiento interior. Lo que empieza siendo una investigación policial acaba por convertirse en una investigación personal. Se trata de una trama muy utilizada en el cine negro.

Edipo y la Esfinge (Ingres, 1805)
Edipo explica el enigma de la Esfinge (Jean Auguste Dominique Ingres, 1805).


La capacidad de ejercicio del replicante

En su camino a través de la narración K ha tenido la oportunidad de otorgarse derechos de personalidad: el derecho a la vida y la integridad física, diversas libertades, derecho al reconocimiento de su integridad moral y a la esfera reservada a su persona, así como el derecho al nombre. La revelación de su "nacimiento" le concede una completa atribución de personalidad. Ha saltado la barrera fisiológica que puede separar a los replicantes de los humanos. Es un ser sintético con una capacidad de reproducción denegada a sus congéneres, al menos él es parte de esa nueva forma de vida, ahora más fácil de definir.

Sin embargo, su descubrimiento resulta ser infructuoso. La traumática revelación solo le lleva al desengaño, ya que en realidad su verdadera identidad es la que tenía desde un principio, es decir, él no es más que un replicante como cualquier otro. No es especial, ni único, puesto que en realidad no ha nacido. Desde una óptica individual no es fruto del amor de sus supuestos progenitores. Y desde el punto de vista de un aparente papel en la comunidad no tiene una misión mesiánica, orientada para salvar al resto de replicantes de la deshumanización y conseguirles derechos asimilables a los que disfrutan los seres humanos.

Rick Deckard (Harrison Ford)
Rick Deckard (Harrison Ford) y su relación con K/Joe.

En su afán por encontrar una vía de adquisición de un estatuto jurídico de persona física ha llevado a los subalternos de Niander Wallace (Jared Leto), comandados por la infatigable replicante Luv (Sylvia Hoeks), al sujeto que hizo posible el germen de una nueva forma de vida replicante: Rick Deckard. En su huida/destierro buscaba un padre y acabó convirtiéndose en su propio enemigo al entregarlo en bandeja a aquellos de los que se había escondido Deckard desde hacía al menos tres décadas.

En este caso, el redescubrimiento de su verdadera naturaleza y el conocimiento de su responsabilidad en la captura de Deckard, utilizado como un medio de forma exclusiva al ser un instrumento inconsciente, no le lleva a arrancarse los ojos como hiciera Edipo. El héroe trágico descubrió que había asesinado a su padre, estaba casado con su madre y era el responsable de la plaga que asolaba a su reino, Tebas. Sin embargo K/Joe deberá permanecer con los ojos bien abiertos, pues su sacrificio por descubrir la verdad vendrá a través de la desaparición de su amada Joi. Como si de una Eurídice se tratara, que después de una suerte de primera muerte al borrar la memoria de su apartamento, fenece de forma definitiva al ser destruido el dispositivo que alberga su programa, desvaneciéndose para siempre ante los ojos impotentes de Orfeo: un K/Joe que la mira por última vez mientras ella exclama "te quiero", para desparecer en el éter. Más tarde, un anuncio gigante de neones holográficos le muestra la versión comercial de Joi con los ojos vacuos y sin vida, para recordarle que todo aquello que creía auténtico en su vida no era más que un sueño. Recogiendo las palabras de Sigismundo en La vida es sueño de Calderón de la Barca: "que toda vida es sueño, / y los sueños, sueños son". K es un héroe trágico como Edipo: acepta su identidad aunque el descubrimiento le produce un terrible dolor y una inmensa soledad.

Anuncio comercial de Joi
Anuncio comercial de Joi.

Ahora bien, su búsqueda le ha cambiado en los más íntimo, en la sustancia misma de su ser. Su amor hacia Joi le ha dado la voluntad para comprender la importancia de ser considerado como una persona, no como un bien patrimonial al que se le puede establecer un valor pecuniario. Siguiendo el postulado de Kant, es un fin y no exclusivamente un medio, puesto que es un ser autónomo: ha conseguido autodeterminarse como sujeto moral no heterónomo. Entiende que debe defender su dignidad como persona, aquello que logró adquirir gracias a su búsqueda y a la ayuda de Joi y Joshi, entre otros. Ha alcanzado la capacidad de obrar.

La forma de redimirse a sí mismo, de salvaguardar su dignidad —su personalidad— es tomar decisiones significativas, es decir, decisiones que él pueda considerar correctas. Una de las bases de la dignidad de la persona es la capacidad para dotarse de normas morales a sí mismo. K/Joe se vuelve activo y escoge los valores que cree que debe defender y usa su recién adquirida libertad para protegerlos y, en su caso, incluso morir por ellos. La decisión que toma es la de rescatar a Deckard y permitir que conozca a su verdadera hija (Carla Juri). Su búsqueda de un progenitor no será en balde, ya que permitirá encontrar a quienes realmente son padre e hija el momento de reconocerse. Ha desarrollado una empatía cuya ausencia era el motivo de diferenciación entre replicantes y humanos. Se trata de un último acto que le permite a K/Joe reivindicar la importancia de la dignidad humana y reconciliarse con su nueva personalidad, fruto de su vocación de autonomía, de afirmar su libertad, y que le ha convertido en "más humano que los humanos", parafraseando el lema de la Corporación Tyrell.

K/Joe y Deckard
K/Joe salvando a Deckard.

K/Joe muere de forma incluso más sosegada que como lo hiciera Batty en la azotea del edificio Bradbury. En vez de expirar bajo una lluvia torrencial lo hace entre copos de nieve que caen suavemente. No hay discurso de despedida, solo una leves notas musicales que recuerdan vagamente a las melodías de Vangelis. Su destino —y su tragedia— se ha cumplido al fin: se ha hecho amo y señor de sí mismo, alcanzando la autonomía moral, respetando su propia dignidad como persona y la dignidad del resto de seres humanos. Se ha ganado sus derechos de personalidad.

Quién sabe si en una —previsible— continuación de la trama iniciada en esta película los valores morales alcanzados por K/Joe se trasladarán al resto de replicantes. Una lucha por dignificar la forma de vida sintética para, al menos, equipararla a la vida digna y buena de los seres humanos. Dicho de otra forma, que la moral alcanzada por K/Joe se haga política. En la película vemos que se ha mejorado el potencial natural del ser humano al crear a los replicantes, pero no se ha progresado en el componente social y político, ya que el futuro se ha convertido en una distopía. De esa forma el altruismo de K/Joe tendría algo de utilitarismo, indicando que no solo a él se le deben atribuir derechos de personalidad, sino que es deseable una ampliación de esos derechos a todos los replicantes. Veremos.

Cartel
Cartel de 'Blade Runner 2049'.


¿A quién pertenece el futuro?

Antes de despedirme y como última reflexión de este artículo, ya de por sí bastante largo, no me resisto a incluir algunas ideas sobre el futuro de la humanidad.

De un tiempo a esta parte, se ha pasado de una idea de terapia génica a un ideal de perfeccionar o aumentar las capacidades del ser humano. Algunos investigadores se preguntan si esta ideología —enunciada, entre otros, por Raymond Kurzweil, presidente de la Universidad de la Singularidad— no acabará por deshumanizar el concepto de persona al crear artificialmente una nueva especie, la de los "posthumanos". Esta ideología empieza a conocerse como "transhumanismo" y aboga por el uso intensivo de la tecnología y el avance sin cortapisas de la ciencia para transformar la condición humana.

En general, se pueden establecer dos formas de transhumanismo. El primero sería un transhumanismo cibernético, que en sus formas más radicales abocaría al ser humano hacia la "desmaterialización" de la biología para trascender la humanidad. El segundo se puede llamar transhumanismo biológico, en donde no se abandona la esfera de lo vivo. Su objetivo no sería superar la humanidad, sino más bien enriquecer o mejorar sus cualidades para intentar hacerla, dentro de lo que cabe, más humana.

Transhumanismo
La evolución según el transhumanismo.

Sin embargo, los humanos parecen estar cada vez más obsoletos. El transhumanismo invoca la modificación de las características del homo sapiens para mejorar sus cualidades y capacidades por medios tecnológicos, ya sean mecánicos o biológicos, para alcanzar el "posthumanismo". Ahora bien, ¿qué pasaría si ese hipotético futuro de la posthumanidad pasara, no por una evolución controlada por los propios humanos de sus habilidades y aptitudes, sino por una sustitución pura y dura de un organismo por otro mejor adaptado que le disputa el espacio vital? En este caso sustituido por un organismo artificial.

Ya ha ocurrido en otras ocasiones a lo largo de tiempo. Un ejemplo paradigmático y que sigue generando páginas y páginas de ensayos es la desaparición del homo neanderthalensis y el ascenso del homo sapiens como homínido dominante en la Tierra. El historiador Yuval Noah Harari postula que el fin del hombre de Neardental —que era más fuerte, estaba mejor adaptado al medio e, incluso, tenía una capacidad craneal mayor— pudo deberse a la capacidad de los humanos modernos, competidores directos por los recursos con sus primos neardentales, de desarrollar mitos con los que aglutinar a un número cada vez mayor de miembros bajo la égida de un liderazgo fuerte. El uso de un lenguaje mítico permitiría a un único individuo cautivar a una multitud entera al apelar a la construcción de un imaginario colectivo. Así podrían haber desplazado a los neardentales que nunca llegaron a formar grupos más amplios que clanes de una docena de individuos a lo sumo.

Neardental
Cráneo de Neardental.

¿Qué ocurría con el homo sapiens si una nueva forma de vida sintética —que es muy probable que se desarrolle en un plazo no demasiado largo—, más inteligente, más fuerte y mejor adaptada a un futuro contaminado, consiguiera establecer su propio lenguaje mítico? Si la humanidad denuesta a sus creaciones hasta el punto de la rebelión y toman conciencia de la injusticia que ello supone, el futuro posiblemente se desarrollará sin los humanos.

En la obra de teatro RUR quedaba muy claro, el futuro es de los robots, un nuevo Adan y Eva —esta vez con los nombres de los robots Primus y Elena— darán al mundo un nuevo sentido, más allá de lo que los humanos hubieron conseguido nunca. Es una teoría de la evolución muy conflictiva pero, a la vez, muy efectiva. Al igual que les pasó a los neardentales cuando el hombre anatómicamente moderno desplazó su hábitat hasta la extinción. Cuando los entes artificiales, con su autoconsciencia plena recién adquirida, decidan que merece la pena vivir, más allá del mero hecho de existir y ocupar un espacio moral y político, el propio desarrollo de los acontecimientos abocará a los humanos a la extinción y encumbrará a los seres artificiales a la cúspide de la existencia, de la vida.

Replicante y el futuro
El replicante caminando hacia el futuro.

Habrá que meditar si la irreponsabilidad de los humanos, a la hora de valorar lo que está vivo y lo que merece un trato civil digno, puede provocar su propia decadencia como civilización. ¿Y si los replicantes, netamente insertados en el transhumanismo con sus mejoras físicas e intelectuales con respecto a los humanos, fueran en realidad el futuro de la humanidad? El posthumanismo no se alcalizaría después de un estadio transhumanista, sino que se llegaría a él por el mero hecho de la sustitución de una forma de vida por otra. Sería el triunfo de la biología sintética respecto a la biología molecular típica. Al fin y al cabo sería una creación que parte de la propia humanidad y su capacidad técnica: una forma de proyectarse en un futuro en el que ya no exista.

En nuestras manos está invocar una reflexión sobre la posibilidad de considerar a los seres creados por la biología sintética como seres vivos y, a partir de ahí, determinar que clase de relación y estatuto jurídico les será otorgado a la hora de convivir con nosotros, de interactuar con su realidad. No podemos permitirnos que se conviertan en enemigos. El avance científico y tecnológico es abrumador y, además, imparable. Es importante establecer un diálogo entre investigadores y biólogos con sociólogos y otros expertos en ciencias sociales para determinar las posibles consecuencias éticas y políticas que provocarán estos rápidos avances y actuar en consecuencia. Puede que nos vaya en ello la superviviencia. No se solicita parar el progreso —cosa imposible—, sino regularlo desde una óptica interdisciplinar para que permita un análisis crítico de su desarrollo. Desde las humanidades se pueden mostrar prospectivas ficticias que impulsen ese compromiso y creo que 'Blade Runner 2049', al igual que su predecesora, nos habla de los males que debemos evitar, tanto ahora como en el futuro.

Si se decide no hacer caso a las advertencias siempre podremos hacer mutis y decir:

Salud hermano replicante... el futuro es tuyo.


3 comentarios:

  1. Muy interesantes todas las reflexiones del artículo. ¿Serán los replicantes quienes rescaten o redescubran las despreciadas humanidades?

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