miércoles, 24 de abril de 2013

Crítica: Defiance (Piloto)

A la conquista del Oeste postapocalíptico

Imaginemos un western futurista, en donde el territorio virgen no viene dado por la exploración de terrenos ignotos usurpados a los nativos, sino por la destrucción ejercida por una raza alienígena (recuerdan Oblivion). Un paraje desolado en donde la civilización se vuelve a abrir paso, a través de una repetición de lo que significó para la cultura americana la conquista del Oeste. O al menos, tal parece ser la premisa de la serie. Defiance es la nueva serie del canal de televisión SyFy, que se estrenó el pasado 16 de abril con muy buenos resultados de audiencia en España, un día después de su estreno en Estados Unidos.
 

Las referencias resultan claras, el ya mencionado western, utilizando los elementos del género, historia de frontera (postapocalíptica), el nuevo sheriff que marca la ley y estipula la moral oficial, la búsqueda de riquezas en las minas, pioneros que crean ciudades cosmopolitas en donde están representados diversas naciones -ahora alienígenas, no inmigrantes europeos-, el saloon con sus whiskys y sus entretenimientos, un alcaide (alcaldesa en este caso) cuestionado, forajidos sin ley, una amenaza exterior (trasunto de los indios americanos), etcétera. Por otro lado, tenemos una referencia al steampunk, aunque no demasiado explícita, ciñéndose al vestuario de algunos personajes. La obligada referencia a la serie Firefly, que también basaba sus premisas en el género western, como ya hiciera La Guerra de las Galaxias en determinadas secuencias de la cinta.


Se trata de una serie coral, con variedad de personajes que aportan sus problemas personales a la narración, pero la historia se centra principalmente en la tensa relación de Josua Nolan (Grant Bowler) y de su hija adoptada Irisa (Stephanie Leonidas), una alienígena adolescente desencantada y rebelde. Nolan es una especie de Han Solo venido a menos, más burdo para mi gusto y con una moralina rayana en lo vomitivo; carácter que parece enamorar a Kenya (Mia Kirshner), la regente del saloon, y a la alcaldesa de Defiance, Amanda Rosewater (Julie Benz), creando un posible trío amoroso. Rodeando esta línea argumental, nos encontramos con una historia de amor adolescente entre especies (una humana y un castithan), a modo de traslación al futuro del conflicto de los Montesco y los Capuleto de William Shakespeare, o bien una nueva vuelta de tuerca después de los vampiros de Crepúsculo. Asimismo, se entremezcla una trama sobre los bajos fondos de la ciudad de Defiance (antigua San Luis), con sus conflictos mafiosos entre grupúsculos familiares que buscan hacerse con más poder dentro de la urbe; a la par que se expresan problemas como el racismo o el clasismo, en un lugar en donde conviven diferentes razas y culturas, que chocan las unas contra las otras. Estos conflictos generan deseos de venganza entre diferentes familias, que se traducen en que determinados personajes, como Rafe McCawley (Graham Greene) y Datak Tarr (Tony Curran), se tomen la justicia por su cuenta, cuyo referente lo podemos encontrar en la lucha que mantuvieron las familias de los Hatfields y los McCoys en la frontera entre Virginia Occidental y Kentucky en el siglo XIX.


Los efectos especiales se notan en determinadas partes, pero no desmerecen demasiado el producto, dado que el presupuesto para una serie es más limitado en estos aspectos que en películas, por ejemplo, no dejan de estar dentro de la media en lo que a ciencia ficción en televisión se refiere. Resulta interesante la labor de maquillaje para generar las diferencias entre las distintas razas alienígenas, en ocasiones demasiado acusadas, pero en general elemento ineludible en tales narraciones. No podemos olvidar que uno de los creadores de la serie es el productor Rockne O'Bannon, encargado de otras series de televisión como Alien Nation o Farscape, en donde el maquillaje excesivo y las prótesis de látex, eran una de las señas de identidad de estas producciones. Las escenas de acción tiene un acabado bastante bueno en general, aunque cuando entran los efectos digitales, no deja de pulular la sensación de que nos encontramos en un videojuego.

Debo añadir que, aunque lejos de las barrabasadas patrioteras de Falling Skies, se sigue colando un tufillo a exacerbación de los valores americanos, en donde tenemos discursos políticos y arengas catárticas que tanto gustan a la industria de Hollywood, con palabras que ya pierden fuerza de tanto uso como se les ha dado. Llamada a las armas para defender a la comunidad, necesidad de dejar disputas a un lado y unirse para hacer frente a un enemigo común, etcétera, etcétera.

 
Mención aparte, hay que comentar la concepción multimedia del producto, con un videojuego lanzado al mismo tiempo que la serie de televisión, que complementa el entretenimiento del espectador con nuevas experiencias en ese mundo postapocalíptico con visos de western que es Defiance. Plan de marketing utilizado en las películas de superhéroes, llevado a la pequeña pantalla, simultaneando las dos plataformas para maximizar los ingresos.

En general, se trata de un producto capaz de entretener, bastante bien acabado, pero que llamó más la atención en un principio, de lo que en realidad dio de si con posterioridad. Al final, se puede reducir a una traducción de las historias de un pueblo de frontera americano en el siglo XIX, a un lenguaje que resulte exótico, maquillando a los actores con profusión para marcar con claridad los diferentes orígenes de los personajes involucrados, a modo de crisol cultural, tratando de trasladar la experiencia del Oeste americano a la trama de esta serie de ciencia ficción.

 Les dejo un trailer para que vean algunas imágenes y la puesta en escena de la serie Defiance:

 

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