Saludos terrícolas y algún que otro jupiterino, que yo me sé.
En este momento, no vamos a hablar de pueblos extraterrestres ni de
ciencia ficción en general. Lo que ahora nos ocupa son apocalípticas invasiones
de zombis. Se trata del regreso de la serie de televisión 'The Walking Dead'
(2010-…). ¿Hartos de vísceras y de cuerpos putrefactos que se arrastran? Ni por
pienso. Se han grabado y filmado decenas de títulos y variadas versiones desde que
George A. Romero creara su 'Noche de los Muertos Vivientes' (1968), ofreciendo
al mundo, imagino que no conscientemente –o sí–, todo un subgénero del
fantástico. Lecturas más o menos caricaturescas, parodias, reconversiones del
mito, categorizaciones dispares, desde el terror hasta la acción, títulos más
serios y otros francamente delirantes y chuscos. Véase a este respecto, de
entre la multitud de posibles opciones, la película ‘Zombeavers (Castoreszombies)’ (2014). De este modo, el mito del zombi o del muerto viviente, ese
oxímoron tan espeluznante, se ha asentado de forma contundente en la cultura
occidental. La serie que nos ocupa se ha consolidado como uno de los productos
televisivos de más éxito en la actualidad, tanto en la ficción norteamericana,
como en los mercados de España y en Europa.
Desde el 15 de febrero se puede ver en Fox TV los nuevos episodios de lasexta temporada, que han sido muy publicitados en nuestro país, incluyendo un
programa especial de monólogos sobre temática zombi, dividido en dos capítulos
y al que han titulado ‘Zomedy Night’ (2016). En
él se puede ver a un grupo de cómicos y actores españoles, como Goyo Jiménez,
Berto Romero, Yolanda Ramos y Agustín Jiménez; que en su versión de muertos
vivientes o de vivos que intentan sobrevivir al apocalipsis zombi, ofrecen una
visión desternillante sobre todo lo que rodea al mundo de los
"caminantes".
La teleserie está basada en los comics homónimos escritos por Robert Kirkman e ilustrados por Tony Moore y Charlie Adlard, que han sido publicados
por Image Comics. En general, se cuenta la historia de los días posteriores al
apocalipsis zombi, en donde la mayor parte de la población mundial se ha
transformado en muertos vivientes. Siguiendo a un grupo de sobrevivientes,
liderado por el agente de policía Rick Grimes (interpretado por AndrewLincoln), podemos contemplar la eterna lucha de ese dispar conjunto de personas
por encontrar un sitio seguro donde habitar en paz.
En los nuevos episodios de esta temporada, Alejandría deja de ser un
lugar seguro, y los sobrevivientes deben volver a las andadas, convirtiéndose
de nuevo en vagabundos y toparse, de nuevo, con muchos tormentos y vicisitudes.
¿Nuevos peligros o más de lo mismo? Veremos. Al parecer, la difícil relación
entre los veteranos, seguidores de Rick, y aquellos que han vivido aislados,
fuera de peligro –hasta ahora– en Alejandría, se verá acrecentada en la trama
que se desarrolle durante esta segunda fase de la sexta temporada. Además, hará
su aparición un nuevo villano, conocido como Negan (a quién dará vida JeffreyDean Morgan). Un líder sádico, que conocerán aquellos que lean los comics. No
es mi caso, ya que no he tenido el gusto.
Una vez expuesta, de forma sucinta, la sinopsis general y la particular
de lo que resta de temporada, se puede repasar la lista de algunos de los
personajes que pueblan este mundo invadido por cadáveres que anadean. De forma jocosa, para hacerlo más ameno. Los
nuevos episodios están protagonizados por Rick Grimes, el "superviviente
definitivo"; Glenn, "inmortal Glenn", o más bien el
"afortunado Glenn" (interpretado por Steven Yeun); Daryl Dixon, el
"ballestero inconmovible" (al que da vida Norman Reedus); Carl, el
"ya nunca más niño" (Chandler Rigg) ¡Cómo ha crecido el zagal!;
Maggie la "granjera survivalist" (Lauren Cohan), Michonne,
"katana inquieta" (Danai Gurira); Carol, la "vindicadora
paternalista" (Melissa McBride); Sasha, "fusil avizor"
(Sonequa-Martin Green); Abraham Ford, "mostacho perpetuo" (MichaelCudlitz); Tara (Alanna Masterson), Rosita (Christian Serratos), Eugene Porter
(Josh McDermitt), etcétera.
Pero hablemos, ahora, de los zombis, los verdaderos protagonistas de la
serie: esos personajes que representan a las masas contra la individualidad,
según diversos estudios de semiótica o Estudios Culturales. Los muertos
vivientes "transforman" a los vivos. La masa consume al individuo, o
bien, la cultura de masas se impone a la cultura elitista. La misma concepción
del zombi se ha convertido en todo un fenómeno cultural de masas, como ya se ha
apuntado, con una producción ingente de películas, series de televisión,
videojuegos, novelas, comics, etcétera. La teleserie de la que hablamos hoy es,
sin duda, uno de los productos que más ha expandido y consolidado ese mito del
zombi; pero ¿qué nos mueve a interesarnos tanto por la figura del muerto
viviente?
Por un lado, en este tipo de ficción se recogen dos de los mayores
miedos de la humanidad: el temor a la muerte -que afecta a todos, ricos y
pobres por igual- y el miedo al Otro -como el enemigo desde el cual nos
definimos, en la dialéctica de la alteridad-. El muerto viviente no tiene
conciencia, no desfallece, no ceja en su empeño de alimentarse de los vivos; o
es destruido o te asesina. ¿Existe oponente más práctico al que hacer frente?
Las preguntas sobran, sólo resta usar lo primero que se encuentra a mano para
reducir al zombi. Así podemos contemplar escenas de una violencia extrema y
ver, casi sin inmutarnos, cómo se masacra a decenas de enemigos con las más
burdas tácticas: la escena del cortacésped en 'Braindead: tu madre se ha comidoa mi perro' (1992), dirigida por Peter Jackson, es un ejemplo icónico. Conjurar
nuestros miedos siempre resulta interesante.
La mejor táctica para destruir zombis: el cortacésped. |
Por otro lado, podremos ver de nuevo a los “walkines”, como les llamo yo
en la intimidad, interpretando su existencia como una metáfora de una futura situación
dentro en el contexto socioeconómico actual. Qué quieren, en ocasiones me
siento identificado con ellos, sobre todo por las la mañanas, cuando me
despierto ocioso e inútil y me deslizo a trompicones hasta el baño, en donde
puedo echarme agua fresca a la cara y volver a ser persona. No soy el único, el
pánico a los zombis tiene mucho que ver –más allá de peligrosos contagios de
enfermedades ignotas– con que una ingente cantidad de personas, personas sí, no
tengan más remedio que volverse amorales y dejar de respetar las normas
establecidas. Esa gente cuya única salida para sobrevivir es implicarse en
actos delictivos y pasar a un estadio de enfrentamiento continuo por los
recursos.
A lo que me refiero es a que una gran cantidad de población desemboque
en lo que muchos sociólogos llaman "subclase". Apartados de la
sociedad, son aquellos que han quedado abandonados a su suerte y desesperados,
a merced de las leyes del mercado, con empresas que producen más que nunca pero
que, al mismo tiempo, despiden con mayor facilidad al necesitar menos empleados.
Esa gente que se encuentra en demanda permanente de empleo, sin encontrar jamás
una oportunidad; aquellos que no tienen ni oficio ni beneficio, que no
disfrutan de una protección por parte de las instituciones públicas y, además,
son desestimados y hasta despreciados por el resto de la ciudadanía. Quizá me
extralimite y la comparativa no ha lugar. En cualquier caso, me estoy volviendo
demasiado reivindicativo, y eso que no quería mezclar el contenido de este blog
con la política, pero veo que me resulta imposible. Pero adelantar un posible
apocalipsis y fin de la sociedad tal y como la conocemos, no es demasiado aventurado.
¿El final de The Walking Dead? |
Puede que no exista subgénero más relacionado con la temática apocalíptica
que el que nos ocupa. Los muertos se levantan y caminan por la Tierra, tal y
como narra el Apocalipsis de Juan, es el juicio final/derrumbe del sistema.
Salvo que aquí no hay cielo o infierno al que dirigirse, no hay balanza en la
que pesar las almas: sólo una eterna campiña, putrefacta y en ruinas, además de
un puñado de vivos cuyo futuro próximo es unirse a ese edén de igualdad, que es
un orbe de seres sin individualidad. Los propios sobrevivientes son ya seres
deshumanizados, reducidos al instinto de supervivencia, no demasiado alejados
de los movimientos instintivos de los zombis, que les impulsan a alimentarse de
entrañas frescas.
En definitiva ¿por qué nos gustan los zombis? Quizá sea porque en
situaciones desesperanzadas, el malestar nos conduce a interpretar un futuro
sin esperanza. Las gentes del Barroco lo tenían presente con la frase bíblica:
Vanitas vanitatum omnia vanitas (Vanidad de vanidades, todo es vanidad). Aún
más, como diría el clásico: Memento mori (Recuerda que vas a morir), frase
susurrada al oído por un sirvo que se encargaba, ex profeso, de rebajar el
orgullo de los generales romanos que desfilaban en triunfo. Nosotros, como en
épocas pretéritas, también poblamos nuestros productos culturales con muertos
que caminan, fruto del miedo ante un provenir sin opciones.
Ahora me sale la vena pesimista, pero si es útil para hacernos pensar,
pensemos. Y basta ya de andar en jerigonzas. Consérvense sanos, mientras
puedan.